UN VIAJE HACIA EL TALENTO DE LOS NIÑOS

Como padres o educadores deberíamos saber identificar las fortalezas y talentos de los niños, sin embargo por motivos socioculturales tendemos a fijarnos más en las carencias y querer mejorar en los niños aquellas capacidades que están por debajo de la media, no resulta extraño que un niño que sea un excelente deportista pero vaya mal en matemáticas se le asigne como actividad extraescolar clases particulares para reforzar esa materia, dejando a un lado su talento natural.

La escuela que conocemos ha clasificado a los niños habitualmente por su coeficiente intelectual, primando ante todo sus capacidades verbales y matemáticas.

Gracias a la teoría de Howard Gardner se empezó a considerar este concepto de inteligencia que contempla únicamente las capacidades lógico-lingüisticas como muy limitado, Gardner considera que cada individuo aprende de una forma distinta y tiene capacidades únicas que le hacen excepcional para algo en concreto, de ahí la importancia que desde casa y desde la escuela se identifique y potencie esa capacidad en el niño ya que esto ayudará a que el niño conozca para lo que es válido y le permita en el futuro vivir de su pasión y emprender con éxito.

Ante un futuro que desconocemos se hace necesario educar a nuestros hijos o alumnos ayudando a potenciar lo que hay de único dentro de cada uno de ellos, – PABLO PICASSO – decía
“TODOS LOS NIÑOS NACEN ARTISTAS, EL PROBLEMA ES CÓMO SEGUIR SIÉNDOLO AL CRECER”.

Desde casa y desde la escuela identificar y potenciar esas habilidades naturales de los niños hará que puedan tener un futuro feliz por poder dedicarse a lo que realmente quieren y les motiva, gracias a ejercicios, actividades y juegos podemos tener una parte muy activa en ello.

“LA INTELIGENCIA DE CADA PERSONA ES TAN SINGULAR COMO SU HUELLA DACTILAR”

– KEN ROBINSON –

Pintor, bombero, inventor, piloto, malabarista, bailarín, científico, domador, cantante, arquitecto, mago, policía, escultor, maestro…

El potencial de los niños y adolescentes se encuentra a la espera de ser descubierto y desarrollado. Es la edad en la que la mente está ávida por descubrir cosas interesantes y divertidas. Cuando algo les interesa es una autentica obsesión por saber más sobre ello.

Generalmente el sistema pedagógico y educativo actual tiene bien poco de interesante y divertido para ellos.
La creatividad y la curiosidad, cualidades innatas en los niños, tiende a desaparecer a medida que entra en mayor contacto con la escuela. La proyección del desarrollo de las capacidades de un niño, queda mermada por el encorsetamiento del programa educativo, dejando poco margen de maniobra a la educación individualizada, atendiendo más a alcanzar el nivel medio exigido, en lugar de fijarse en las necesidades y cualidades especificas de cada niño en particular.

Por otro lado están los maestros con quien por lo general los niños pasan más horas que con la propia familia y que en su mayoría no han tenido la oportunidad de prepararse en las materias que serán de mayor utilidad en el futuro para sus alumnos, tales como el pensamiento crítico, la comunicación, la negociación, la gestión de las emociones, toma de decisiones…
La motivación del educador en muchos casos se ve mermada por los frentes con los que tiene que lidiar, pues se le valora tanto como la de nota que se exige para acceder a la carrera y que está entre las más bajas de todas las titulaciones universitarias. Esta profesión debiera ser coto exclusivo de los más brillantes y vocacionales que pudiésemos encontrar, puesto que es un pilar fundamental en el futuro de la sociedad.

Se hace necesaria una alternativa a la educación enlatada, a la obligación memorística de las clases, al recitar cual papagayo aquella lección que vomitó el profesor en clase.

Una educación que aporte herramientas y conocimiento para el desarrollo de la personalidad, de las relaciones sociales, del espíritu emprendedor, de personas que auto-lideren su futuro, que descubran su potencial y sus cualidades y lo conviertan en un proyecto que dirija sus vidas con un propósito que les motive. Se trata de encontrar “el elemento” como decía Sir Ken Robinson en su libro del mismo nombre. Es identificar aquello que te apasiona y que te hace fluir, retroalimentándote y generando un circulo maravilloso de auto motivación.

Solo hay que ponerse en los zapatos de un niño y no hay que pensar mucho para saber que cuando mejor lo pasan y mas aprenden es cuando se divierten y esto ocurre cuando juegan, son incansables para esto.
El juego es el caldo de cultivo para sembrar la semilla del aprendizaje exponencial de una forma práctica.
Según el cono del aprendizaje desarrollado por Edgar Dale, mediante la participación activa a través de vivir, simular o dramatizar una experiencia somos capaces de recordar el 90% de lo que decimos y hacemos. En contraposición de lo que en un aula convencional se hace habitualmente como es leer, hablar, escribir u oír que permite retener como máximo entre el 10% y el 20% de lo aprendido.



Como dijo – BENJAMIN FRANKLIN-
“DIME Y LO OLVIDO, ENSEÑAME Y LO RECUERDO, INVOLÚCRAME Y LO APRENDO”
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