
Los efectos de los insultos hacia los hijos pueden ser devastadores
Hay situaciones y conflictos con los hijos en los que no tenemos las estrategias y el control emocional suficiente y terminamos profiriendo insultos, etiquetas y críticas que pueden ser devastadoras.
La crítica de la personalidad o del carácter hacia un niñ/a o adolescente, le infunde sentimientos negativos de si mismo.
Los adjetivos insultantes dirigidos a la personalidad causan un efecto devastador.
Cuando calificamos al niño/a o adolescente de «estúpido»,«torpe»,«vago»,«malo» se producen reacciones en su cuerpo y en su alma. Siente resentimiento, ira, fantasías de venganza o falta de autoestima.
Al niño/a al que se le haya repetido de manera incesante que es un estúpido, acaba por convencerse de ello. No sería extraño que renunciase al estudio esperando evitar el ridículo. Cómo la competición significa fracaso, se encontrará a salvo siempre que no la practique. Será raro que en el colegio se ofrezca voluntario, evitará exponerse publicamente, renunciará a los deberes en casa y antes de que lleguen los exámenes finales se pondrá enfermo. Será fiel a su creencia limitante » Si no lo intento no puedo fracasar».
Un niño/a que es tachado de «torpe» incorporará esa evaluación a su propia imagen. Es posible que renuncie a los deportes u otras actividades sociales en las que se requiera cierta habilidad ya que acabará convencido de que jamás podrá hacer bien nada de eso.
Imagina por un momento que tu hijo/a derrama durante el desayuno la leche sin darse cuenta, es posible que te pongas furioso/a.
Le podrías decir:
¡Siempre lo pones todo perdido!
¡Es que no puedes evitarlo! ¡eres un descuidado, siempre lo has sido y siempre lo serás!
Está claro que el precio del ridículo es muy superior al de la leche derramada. ¿Cómo puede valorarse la pérdida de confianza? Los accidentes no deben disparar el gatillo de los insultos. Es mejor invitar a recoger la leche derramada que manchar la personalidad.
Podrías en todo caso decirle:
En esta segunda ocasión no estás atacando a tu hijo/ y estás buscando una solución a la vez que estás haciendo una descripción objetiva.
Cuando las cosas se ponen feas no es el momento apropiado de hablar a un niño/a de su personalidad o carácter, es cómo pretender aprovechar mientras alguien se está ahogando de enseñarle a nadar o hacerle preguntas o criticar su actuación, es el momento de ayudarle a fomentar habilidades que le ayuden a enfocarse en soluciones siendo su ejemplo en ese momento.
En muchas casas, los conflictos se producen siguiendo la misma secuencia:
El niño/a dice o hace algo que no nos gusta y reaccionamos en ocasiones insultándole, el niño/a contesta con algo que empeora la situación y entonces los padres y madres volvemos a la carga con amenazas o castigos.
Imagina que tu hijo/a está jugando con la pelota en un sitio inadecuado.
Podrías decir:
Tú te puedes enfurecer y decir:
Tu hijo/a recriminarte que tú lo has sido antes por haberle llamado estúpido/a.
Tú en ese instante más enfurecido/a puedes decirle:
¿Te imaginas?, un simple incidente convertido en una situación desproporcionada y desagradable.
Un escenario muy distinto sería si en lugar de todo lo descrito hubieras cogido la pelota, llevado fuera de la habitación y con tono firme y amable decir:
Toda la crítica anterior era totalmente innecesaria y al romperse el objeto podrías haber aprovechado para invitar a tu hijo a recoger juntos los desperfectos al mismo tiempo que de manera firme y amable le podrías trasladar tu sentimiento.
«La diferencia está en aprender del error en lugar de señalar el error convirtiendo a tu hijo/a en alguien que quiere cooperar en lugar de desafiar».
Aprender de los errores en lugar de señalara los errores, y decidir que vas a hacer tú en lugar de lo que quieres que haga tu hijo/a son dos de las muchas estrategias que te enseña la filosofía educativa de Disciplina Positiva.
Los comentarios hirientes despiertan hostilidad y con ellos no se consigue el propósito que se desea.
- Educar no es humillar.
- No ataques la personalidad de tu hijo/a.
- No critiques los rasgos de su carácter.
- Enfócate en solucionar la situación del momento.
- Criticar la personalidad es doloroso, debemos acompañar a los hijos en los conflictos a veces con prudencia y amor silencioso ya que las críticas y los sermones serán rechazados.
Hay tres recetas fundamentales en la educación:
«Tiempo.
Paciencia.
Afecto».
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Carmen Fernández Rivas
Educadora Certificada en Disciplina Positiva para Padres y en el Aula (CPDPE) & (CPDCE) por la Positive Discipline Association EE.UU.
Fundadora de Padres Ayudando a Padres
Coach especializada en familia e inteligencia emocional
Asesora Educativa y Cuentoterapeuta
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